La relación que desde mi infancia he mantenido con el medio natural, ya fuesen campos de cultivo o reservas naturales, es uno de los condicionantes que han alimentado mi obsesión ante la idea de paisaje y que no ha hecho, más que ayudar a incrementar mi interés por una experiencia de la naturaleza que se centra en el análisis de las relaciones entre el individuo y su entorno.

Aproximaciones al Lugar

Toda mi producción acaba siempre arrastrándome ante el paisaje, que aunque es un término del que se ha hablado y escrito abundantemente, me sigue pareciendo una expresión[1] controvertida y llena de matices. Es por ello que mis pretensiones no van más allá de intentar desmenuzarlo a través del análisis de las claves que lo configuran, interpretándolo para establecer una nueva mirada, que me ayude tanto a comprender el paisaje, [el territorio, el entorno]; como las representaciones de las que hacemos uso y, principalmente mi propio quehacer artístico.

Tanto este término como el de Naturaleza[2], son usados coloquialmente sin ningún tipo de filtro, lo que hace un tanto difícil poder definirlo, aunque mi pretensión como ya he dicho no es esa sino la de usarlos con propiedad y poder llegar al estado de la cuestión, que no es otro que el de averiguar y analizar como el sujeto [artista, ser humano] se posiciona frente al entorno; cómo el individuo se sitúa ante el paisaje, y el modo en que hoy estamos sumidos en este. Vivimos en el paisaje, que aunque es reflejo de nuestra cultura requiere de una redefinición que nos ayude a entenderlo. Para ello, debemos aproximarnos al lugar; entendiendo éste como el espacio en el que están surgiendo nuevas experiencias, esos nuevos territorios o entornos donde una serie de intervenciones o actividades, están suscitando nuevas definiciones.

La impresión que tengo ahora no dista mucho de la que tenía antes de empezar mi investigación, el concepto de paisaje resulta difícil, y más cuando se quiere dar una definición general del término. Es una idea, y esta asociado a una serie de sensaciones o recuerdos de algo agradable o bonito en la cultura general, se trata de una voz abstracta e intuitiva, que inmediatamente toma como referentes los iconos de la pintura, donde los paisajes que nos gustan son los que muestran una pradera verde, agua y un grupo de árboles, algo similar a un parque, un jardín. Quizá una memoria latente nos hace ver estos y no otros como posibles lugares para nuestros asentamientos, ya que transmiten seguridad y confort.

El paisaje, en cuanto idea que representa al medio físico, es lo otro, algo que se encuentra fuera de nosotros y nos rodea, pero en cuanto construcción cultural es algo que concierne muy directamente al individuo, ya que no existe paisaje sin interpretación. Vemos solamente aquello que somos capaces de reconocer, y pensamos según aprendemos a ver la diversidad fenoménica del mundo. No es un mero lugar físico, sino el conjunto de una serie de ideas, sensaciones y sentimientos que elaboramos a partir del lugar y sus elementos constituyentes. La palabra paisaje reclama una interpretación, la búsqueda de un carácter y la presencia de una emotividad.

La idea no se encuentra tanto en el objeto que se contempla como en la mirada de quien contempla. No es lo que está delante sino lo que se ve. Es, por tanto, el resultado de la “contemplación que se ejerce sin ningún fin lucrativo o especulativo, sino por el mero placer de contemplar” .




[1] Expresión entendida como sinónimo de vocablo, de término.

[2] Naturaleza con mayúscula entendida como todo lo que existe. la exposición de esta idea la encontramos desarrollada en el libro ALBELDA, J y SABORIT, J. La construcción de la naturaleza, Valencia, Generalitat Valenciana, 1997 p. 24